Elmo en Times Square

Un mexicano disfrazado del personaje de Plaza Sésamo se gana la vida llamando la atención de turistas ademas de posar para la foto con los niños a cambio de unos dólares.

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Veo en la portada del New York Times al mismo Elmo achicopalado que vi en Times Square toda la semana compitiendo en aquel enjambre humano por la atención de los turistas y sus dólares de propina por una foto con el niño, con la niña, en medio de aquella marejada de luz prosopopéyica que te baña con su lógica de departamento de carnisalchichonería.

Un mexicano que no es presidente ni impulsor de ninguna reforma ni de ninguna venta de garage de Pemex, ahí  en el NYT, donde uno esperaría encontrar el debate sobre los legisladores que, en un homenaje a sus contrapartes mexicanas, se gastan fortunas del erario para viajar en avión, disponer de ayudantes y prebendas.

Ya veo al chuchismo yanqui acusando a quienes los critican por vivir como pachás, lo cual suena muy justo; es muy complicado ser representante de los contribuyentes como para tener que volar en clase turista y no en un jet como hijos de líderes petroleros.

Estos gringos se están amexicanando de tal manera que solo falta con que nos salgan que los gobiernos estatales no ejercen los recursos en materia de seguridad por laberintos burocráticos, sentido común u homenaje  al vallejiano Golum de Morelia que, al igual que Mamá Rosa, decía que en Michoacán como La Gran familia, no pasaba nada.

Como sea, este Elmo que no es recibido en el consulado mexicano con un “pase, está es su casa” como a cualquiera que no ande de ilegal, le come el mandado al Naked Cowboy que mueve el trasero para las regordetas admiradoras que lo acosan para manosearle el trasero, compite al tú por tú con Woody, Batman, Iroman, un puñado de prófugas del silicón en chiquitanga, o aquel soldado loco cuyo cuerpo parecía cincelado por anabólicos y clembuterol.

Quizá sea el carisma o la capacidad para la sobrevivencia que llevó a Rubén Lezama, mexicano, a ganarse la vida en el centro neurálgico del capitalismo salvaje encarnando al rojo héroe infantil y como el resto de sus camaradas de oficio, declararse artista y luchar por sus derechos laborales.

Allí el poeta en Nueva York cambiaría las mujeres de la 5a. Avenida por todos esos paisanos en peludo traje de carácter que esconden pasado e identidad. Esos a los que correteando la chuleta y apareciendo involuntariamente  en Instagram no saben ni les importan los 2 mil 500 mdp que destinarán los senadores para los órganos reguladores de energía, que es mantener la vieja costumbre de depender de la piedad de los padrotes.

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