Vacaciones: ¿disfrute o conflicto?

Las vacaciones son más exigentes con la convivencia familiar, hay más tiempo para estar juntos.

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Una de las mayores ilusiones es la de hacer coincidir las vacaciones laborales con la sescolares, para así juntos salir de paseo. Estos ansiados días se vislumbran mágicos, llenos de placer, de encuentro, felicidad y alegría, pero la realidad dista mucho de los estereotipos que se le adjudican. 

¿Por qué las ansiedades se incrementan? Entre los principales motivos tenemos que durante el año las rutinas de adultos, niños, jóvenes y hasta de los abuelitos tienen a la familia cual red de soporte, equilibrando los tiempos y frecuencia de los encuentros. En el verano muchas de esas rutinas desaparecen, aumenta la cantidad de tiempo libre y todo ello en su  conjunto genera paradójicamente cambios dinámicos relevantes.

Las vacaciones son más exigentes con la convivencia familiar, hay más tiempo para estar juntos, de modo que los conflictos de pareja que durante el año pueden estar encubiertos -porque muchos salen en la mañana y vuelven en la noche-, en las vacaciones tienen 24 horas para manifestarse.

También crecen los “traumas” ligados al cuerpo, cuando de elegir se trata el traje de baño a lucir. De hecho hay personas con poca autoestima que prefieren no salir de vacaciones para no exponerse a las críticas, por no sentirse a gusto con su figura. 

Y siguiendo con nuestra lista de  argumentos poco halagadores, destacaré los casos en que, al no haber actividades escolares o laborales rutinarias, se genera la sensación de estar perdiendo el tiempo. Paralelamente otras personas, sobre todo las que viven solas, circunstancialmente se remontan a escenarios dolorosos por aislamiento, lo cual aplica en sujetos divorciados,  a quienes en muchas ocasiones les es difícil planear las vacaciones sin su compañero(a).

Si existen hijos de por medio, se tendrán que dividir los tiempos, lo cual conlleva mayor responsabilidad y presión de la pareja ante los imponderables que de forma pormenorizada serían cuestionados. 
Punto especial merecen los adolescentes, en quienes afloran conflictos que no se manifiestan en el resto del año.

Por lo general en las vacaciones se relajan los límites, entonces los adolescentes se rebelan y cuestionan todo, y más cuando se trata de establecer horarios de salida y llegada. Esto se extiende inclusive más allá del verano, porque los límites se han relajado y cuando se vuelve al hogar cuesta ajustarlos de vuelta. 

Seguramente más de alguno se habrá identificado con este escenario dual, o sea de placer y conflicto a la vez. El que surjan los problemas es parte de las modificaciones en la dinámica, por lo que conviene adelantarse a potenciales adversidades y platicarlas antes de que ellas nos alcancen.

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