Monumento a la Guerra de Castas

Tihosuco es un pueblo quintanarroense ubicado muy cerca del límite territorial con el estado de Yucatán...

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Tihosuco es un pueblo quintanarroense ubicado muy cerca del límite territorial con el estado de Yucatán, a unos 85 kilómetros de Felipe Carrillo Puerto. Pueblo colonial, cuna de uno de los más importantes movimientos de resistencia maya: La Guerra de Castas.

El edificio más importante de Tihosuco es, sin duda alguna, el Templo del Santo Niño Jesús. La iglesia del pueblo es prueba fiel de los combates sangrientos entre aquellos mayas que defendían su dignidad, libertad, sus tierras y gran cultura, contra aquellos que sólo buscaban el poder económico y los habían sometido por más de trescientos años a trabajos forzados, abusos y muerte en su propia tierra. La iglesia, parcialmente destruida, es mucho más que un templo en ruinas, representa el orgullo que la gente de Tihosuco siente por su historia de lucha y por sus gloriosos antepasados que lucharon por la libertad del gran pueblo maya. “Jamás la iglesia debe ser reconstruida, así la queremos. Es el monumento en memoria a nuestros héroes, es el símbolo de su lucha”, replican algunos habitantes. Todos en Tihosuco se oponen a su reconstrucción sugerida por algunas autoridades estatales, federales y universidades del extranjero. La Universidad de Filadelfia ha hecho de este pueblo un sitio de estudios antropológicos y culturales.

Aquella columna que antes formó parte del frente de la iglesia, se levanta majestuosa ante la mirada impávida del visitante, y me pregunto hasta cuándo podrá resistir los embates de los elementos naturales y del tiempo. Un árbol y diversas plantas, así como pájaros, han encontrado refugio en lo alto de aquella inaccesible columna. Miles de piedras resaltan a la vista en cada flanco, y que antes de la llegada de los españoles formaron parte de las pirámides de centros ceremoniales mayas. Al costado derecho de la iglesia, viéndola de frente, al fondo, se encuentra un pequeño cementerio. Llama la atención una piedra esculpida que representa la imagen de una serpiente emplumada, como aquellas encontradas en Chichen Itzá y otros sitios arqueológicos de la región. Ello prueba que el Templo del Santo Niño Jesús fue, efectivamente, construido con las piedras provenientes de antiguos templos mayas. Otras piedras talladas yacen regadas por doquier, pero en orden.

Por dentro, la parte que sobrevivió a los cañonazos de antaño luce majestuosa. Las pinturas de los hermanos Alberto y Max Chablé, jóvenes oriundos de Tihosuco, aún con vida, le dan un toque especial a los altares del Niño Jesús y de la Virgen de Guadalupe. Estas imágenes religiosas resaltan y atrapan la atención en un estallido de vivos colores, por sobre el blanco limpio de las paredes y techo del interior del recinto. 

Un lugar digno de ser visitado por creyentes y por aquellos que no lo son. El arte y la historia se viven allí.

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