Mérida, cómo te quiero…

La falta de conectividad, de cercanía a los servicios, obliga a sus habitantes a tener que recurrir al uso excesivo del automóvil.

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Mérida cómo te quiero, nunca de extrañarte dejo… Siempre tengo presente la Mérida de mi infancia y adolescencia, limpia, silenciosa y con pocos automóviles en sus calles, con un buen sistema de transporte que todos usábamos; una ciudad llena de peatones y de bicicletas; en cambio hoy, la ciudad está en poder de los automóviles, una ciudad que por muchos lustros ha carecido de un programa de desarrollo urbano que vaya generando la construcción de la infraestructura que arrope el crecimiento espacial, estableciendo los cuándos y los cómos, es decir, cuándo debe ampliarse la mancha urbana y cómo, con qué conectividad y con qué infraestructura de servicios, en un compromiso compartido entre desarrolladores y autoridades, en busca de una mejor calidad de vida para todos los meridanos.

Hoy día tenemos grandes desarrollos, algunos de buena calidad, pero que carecen de la infraestructura vial, comercial, educativa, de salud, etc., lo que obliga a la adopción de acciones de satisfacción de las demandas de sus habitantes que modifican, a veces negativamente, el diseño conceptual que enmarcó su ejecución.

Esta falta de conectividad, de cercanía a los servicios, obliga a sus habitantes a tener que recurrir al uso excesivo del automóvil, toda vez que en muchos de ellos el servicio de transporte público deja mucho qué desear, cuando existe, todo ello afectando directamente la economía de las familias y el medio ambiente.

El reto es, como ya lo he dicho, dar un golpe de timón y definir una hoja de ruta, es decir, el camino que debe recorrer la ciudad de ahora en adelante, con la participación de todos, para avanzar en la búsqueda de un incremento permanente de la calidad de vida de todos quienes la habitamos, en un ambiente de convivencia y de felicidad.

Pero para ello necesitamos el compromiso de todos, en la definición del modelo de ciudad al que aspiramos y que deseamos heredar a las futuras generaciones, todo enmarcado en la sostenibilidad de la ciudad y su entorno, en una Mérida limpia, sin ruido, sin contaminación del aire, con un espacio vial armoniosamente compartido por todos. No estamos inventando el hilo negro, muchas ciudades ya lo han hecho y lo disfrutan con felicidad.

Vamos Mérida.

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