Me voy con la frente en alto

Si empujado por los radicales y la histeria colectiva el señor Aguirre decide emprender la graciosa huída, por lo menos que se vaya como el Sátrapa de Iguala, que con índice flamígero afirmó: “Me voy con la frente en alto”.

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No tengo la menor idea si en estos momentos de crisis institucional, de estado fallido, de crimen sin castigo e impunidad rampante en Guerrero, si coadyuva o no una posible renuncia de Ángel Heladio Aguirre Rivero. De lo que sí estoy seguro es de que un acto de esa naturaleza por lo menos serviría a manera de exorcismo primigenio.

Además, nada se perdería con el experimento. Contra lo que diga Zambrano, en Guerrero ya no podría estar pero y, en todo caso, el góber ya logró lo que quería: superar a su maestro, Rubén Figueroa.

Eso sí, no es cosa fácil. En México no hay una verdadera tradición de funcionarios que renuncien a la chamba, por mucho que su trabajo sea sinónimo de chabacanería, abuso y muy escasa acumulación de sinapsis.

Ahora que si empujado por los radicales y la histeria colectiva el señor Aguirre decide emprender la graciosa huída, por lo menos que se vaya como el Sátrapa de Iguala, que con índice flamígero afirmó: “Me voy con la frente en alto”, cuando la mayoría se va con la frente marchita.

Eso además contribuiría a que los medios internacionales, conglomerados de lo políticamente correcto como la ONU, la OEA e ISIS y hasta Washington dejen de estar ahí exigiendo una investigación expedita y transparente en Ayotzinapa. ¿Qué, acaso nosotros nos metemos con el ébola que trae nerviositos a los gringos que ya imaginan el apocalipsis zombie? Por fortuna acá Larrea y Grupo México han desparramado tal cantidad de tóxicos en la patria que el ebolazo se moriría en cuanto tocara los ríos Sonora y Bacanuchi.

Como quiera que sea, el próximo ex góber debería entender que está muy mal que justo cuando el país, que atinadamente dirige el licenciado Peña Nieto, va con rumbo a un rincón cerca del cielo, en lo que viene siendo casi el paraíso, pasen estas cosas que afean la bonita imagen que habíamos venido construyendo a fuerza de pactos y reformas.

Entre paréntesis: hace mucho que no veía al ingeniero Cárdenas tan lúcido.

En vez de caer en la tentación victimista tras ser agredido en la marcha por provocadores, dijo que lo verdaderamente importante era esclarecer la desaparición de los normalistas. Y lamentó la ausencia del PRD. Bien.

Como quiera que sea, fue triste que en la marcha de ayer donde abundaba el #TodosSomosAyotzinapa no hubiera nadie, ni sus matraqueros, que aventuran un #TodosSomosAngelHeladio.

Es increíble que sea Navarrete el único que no haya pedido la renuncia de Aguirre. 

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