Entre #LadyBoobs y #LadyIguala

Contra lo que afirma esa rala porción de mexicanos a los que nunca jamás nada les parece, me gustó la manera tan amable y tan gentil con la que Rogelio Ortega se presentó ante el licenciado Peña.

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Justo cuando México parece que está en vilo, hay una luz en el camino. Acosada por la desazón y la hiperviolencia, ahí donde reptan #LadyChiles y #LadyBoobs (que si la gente defendiera su patrimonio como ella defendió su tesorito, otro gallo nos cantara), ahí donde se desata el enésimo desafuero de AMLOVE que ahora es acusado por el PRI & friends casi casi de que un día, procedente de Tijuana, traiba, junto con Camelia La Texana, las llantas del carro repletas de yerba mala (o sea, ¿los choznos de don Plutarco, neta?) la patria tiene un momento de regocijo al ver juntos a Peña Nieto y al nuevo góber de Guerrero anunciar que el futuro será bien padriuris o no será.

Contra lo que afirma esa rala porción de mexicanos a los que nunca jamás nada les parece, me gustó la manera tan amable y tan gentil con la que Rogelio Ortega se presentó ante el licenciado Peña. Algo que, de ninguna manera, colinda con el servilismo chuchista nada leninista.

Aquí lo que vimos en la conferencia de prensa fue el reconocimiento por parte de Rogelio Ortega del poder y valor del gran Tlatoani, sobre todo cuando afirmó, con una lógica inquebrantable que debió de haber adquirido en sus estudios en Europa, que “si usted me apoya, señor Presidente, le entregaré buenas cuentas. Si al Presidente le va bien, le va bien a México; si le va bien a México, le va bien a Guerrero”.

Tautología for dummies. Y todavía gente muy canalla que quería verle las rodillas al hombre que acusaban de ser guerrillero (bueno, se supone que Chucho Zambrano también lo fue y ya ven qué rápidito firmó todos los pactos), a ver si no se las había lastimado demasiado a su paso por Los Pinos.

Era lo lógico, ni modo que se pusiera roñoso considerando el nivel Apocalipshit Zombie que vive Guerrero. Bueno, hasta los yihaidistas prefirirían irse de vacaciones a Liberia antes que pasar por Iguala. Ya no digamos para no ser encañonados por encapuchados como los reporteros que iban a checar los hallazgos de Cocula, sino para no encontrarse a la señora de Abarca, la Matahari de Tierra Caliente.

Claro que cuando ves fotos de la doña sí te queda claro que de confirmarse la historia de que Aguirre Rivero tuvo sus queveres con ella, también se confirmaría que tiene baja autoestima.

Así, cuando creíamos que lo único que le faltaba a Guerrero era que cayera el ébola —pero hasta el ébola tiene miedo— con la llegada del nuevo góber que será como el comisionado Castillo reloaded y con el suspense del procurador, se puede tener fe. 

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