Caso Iguala: ¿responsabilidad del gobernador?

UniVersus, a pesar de que fue un programa casi tan austero como los de Conaculta Canal 22, nos dio una lección de televisión.

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No entiendo, muchas personas se quejan de que la televisión mexicana está censurada, de que aquí es imposible hablar de ciertos temas.

Y no lo entiendo porque acabo de ver un debate que hubiera sido imposible en muchos de los países más libres y abiertos del mundo.

Por supuesto, me refiero al juicio público que seis estudiantes de dos de las universidades más importantes de México le acaban de hacer a Ángel Aguirre, gobernador con licencia del estado de Guerrero.

Y no solo lo llevaron del cielo al infierno, se atrevieron a cuestionar a la mismísima autoridad federal, a hablar de la relación que existe entre el crimen organizado y nuestros gobiernos municipales.

Esos muchachos dijeron sobre el caso Ayotzinapa lo que la mayoría de nuestros más encumbrados analistas políticos, ni en sus mejores momentos, se hubieran atrevido a declarar.

Nos dieron una lección de inteligencia, de ideas. Nos abrieron los ojos y nos devolvieron la esperanza en el futuro, en ese futuro que en cualquier momento va a estar en sus manos.

Fue glorioso, mágico, impresionante.

¿De qué le estoy hablando? De la gran final de UniVersus, el primer y único programa de debate universitario de este país, una producción de UnoTv que llegó a todo México a través del Canal 52MX de MVS Televisión disponible en muchos sistemas de televisión de paga como Dish.

Si usted es de la personas que se quejan de que la televisión mexicana está censurada, no sabe lo que está diciendo.

Y no, no es mi culpa ni la del Canal 52MX que usted no lo haya visto.

Para eso existe el control remoto, para eso existe la competencia entre las diferentes compañías de cable y de antenas directas al hogar que tenemos en México.

Así como usted elige a uno u otro sistema por el futbol, no estaría de más que considerara esta clase de cuestiones la próxima vez que firme un contrato.

Por último, antes de entrar de lleno a UniVersus, le voy a hacer una aclaración:

No se vale decir que en México no hay libertad de expresión nada más porque El Canal de las Estrellas no pasa, en el horario que usted quiere, las cosas que a usted le gustaría ver.

Ahí el problema no es de la señal más poderosa de Televisa. Ahí el problema es suyo por no cambiarle, por asumirse como un esclavo de una sola compañía cuando hay tantas, tan buenas, haciendo tantas cosas que a lo mejor usted ni siquiera se ha tomado la molestia de conocer.

Por eso odio a la mayoría de esos seudorevolucionarios que culpan a una sola empresa de tener la responsabilidad de todas nuestras desgracias.

Ellos son los primeros en hacerle publicidad. Ellos son los primeros que deberían apoyar a otros canales.

Pero en fin, dejémoslos ser felices gritando ¡Que no te eduque La rosa de Guadalupe! para que se sientan muy cultos y muy ateos, y vayamos a la conclusión de ésta, la segunda temporada de UniVersus.

¿Cuál es la nota? Además de lo que ya le dije, la manera como UnoTv, la casa productora de Carlos Slim, consiguió perfeccionar algo que ya era bueno.

UniVersus, a pesar de que fue un programa casi tan austero como los de Conaculta Canal 22, nos dio una lección de televisión.

Ahí, a diferencia de lo que vimos en emisiones como Soy tu doble, Bailando por un sueño, México tiene talento y La voz… México, tuvimos un espectáculo sustentado en la inteligencia y la credibilidad sin hacer a un lado la pasión.

¿Qué le trato de decir con esto? Que los talentos que vimos en pantalla, bajo la conducción de Javier Solórzano, no consistían en imitar, bailar o cantar, consistían en pensar, en defender ideas.

Pero no solo eso, ahí, los jueces, no fueron payasos jalarrating.

No, fueron cerebros de primer nivel como el de Alejandra Cullen, Ana Paula Cinta y, en ese capítulo en especial, Jesús Silva-Herzog Márquez.

Sus comentarios, a pesar de los vertiginosos tiempos de la televisión en vivo, sí fueron profundos, sí aportaron y sí le movieron el tapete tanto a los participantes como al público. ¡Felicidades!

¿Pero sabe qué fue lo mejor de todo? Lo que mencioné hace un momento, lo de la pasión.

Qué bueno que no fui a presenciar aquello al Museo Soumaya, la sede de este programa, porque hubiera hecho el ridículo de mi vida gritando como en la lucha libre.

No sabe usted qué cosa tan más emocionante, ansiosa y desesperante.

Y es que cuando creíamos que ya lo habíamos escuchado todo, las réplicas se ponían mejores.

Y luego el cara a cara, y luego los cuestionamientos, y luego el interrogatorio, y luego ese momentito de debate libre.

Todo contrareloj y, en contraste con otros conceptos similares, siempre caliente, siempre sobre los temas políticos del momento.

¡No, no, no, no, no! ¡Qué programón! Me encantó, me refrescó, me liberó. ¡Gracias!

Y no le voy a decir quién ganó para que busque la repetición de esta joya en internet. Le va a encantar. De veras que sí.

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