Cambios importantes, pero insuficientes

Progreso apostó a un partido diferente al PRI y el PAN no por su capacidad de cambiar las realidades, sino por el carisma de la persona.

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Como financiero, siempre he querido creer que las preferencias electorales tienen una relación directa con el estado de la economía. La  teoría dice que es correcta esta aseveración, pero no lo es en realidad, si bien la temperatura política del colectivo la mide el bolsillo, los liderazgos políticos y el carisma siguen teniendo mayor peso a la ahora del voto.

Siempre he criticado las noticias que hablan de la economía mediante indicadores como el PIB y la bolsa de valores, lo hago sabiendo que un incremento de precio del petróleo subiría el PIB, pero no es una noticia que llegue a la población y las empresas de la bolsa no representan para nada la mayoría del empleo; de hecho, de Tabasco a la Península de Yucatán no existe una empresa regional que esté en la bolsa, y tampoco existe ningún banco regional.

La economía sigue siendo una ciencia social, es decir, no es exacta porque el comportamiento humano económico no es tan frío como parece; me explico: el país en estas elecciones demostró que la desigualdad económica notoria entre los diferentes estados también se manifiesta en sus preferencias  electorales, para ser más exacto un estado rico como lo es Nuevo León apostó al cambio por un independiente y en Yucatán es más claro el ejemplo.

Progreso apostó a un partido diferente al PRI y el PAN no por su capacidad de cambiar las realidades de ese puerto, sino por el carisma de la persona; en Valladolid igual: la capacidad de los alcaldes de mover su economía es limitada, su éxito electoral se fundó más en el  carisma personal y su capacidad de mover los sentimientos de las masas, que en la capacidad real  de hacer cambios importantes en la administración del gobierno.

Estamos en una nueva era y el tema de los independientes así como la apuesta colectiva a nuevos personajes y partidos políticos es un logro importante, pero el que ganen no significa una seguridad real de cambios en las administraciones, lo que significa es la frustración y decepción ante los partidos para hacer cambios verdaderos en su forma de gobernar, sobre todo para las clases populares.

Los cambios son bienvenidos; sin embargo, conformar equipos de trabajo eficientes para los partidos nuevos será el gran reto en los municipios de Progreso y Valladolid. Romper los vicios y acuerdos políticos onerosos siempre es positivo y deseable cuando entra un partido nuevo, pero no garantiza la buena administración pública.

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