Alármala de tos, un, dos, tres Abarca y coz

Nos llena de regocijo y de tranquilidad las palabras del nuevo góber Rogelio Ortega Martínez: “En Guerrero ya pasó lo peor”.

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"Ya no aguantaba”. Aunque parece algo que hubiera espetado Barack Obama, ahora que por falta de carácter los republicanos le aplicaron una recia, o que habría expectorado Chucho Zambrano tras ser echado de CU (sí, como afirma, seguro fue víctima de uncompló orquestado por provocadores ajenos a la UNAM donde debido a su manera de conducir al PRD debe ser un personaje admirado), es en realidad lo que dicen que dijo el enemigo favorito de México del momento, José Luis Abarca, mientras era apañado por el largo brazo de la ley.

Estaba cansado de andar huyendo y, supongo, de que su señora se empeñara en seguir comportándose como la Lady Macbeth de Iguala, condenado a reptar en el panteón donde pastan los antihéroes como La Mataviejitas, El Chapo, los tres Aburtos y El Mochaorejas.

Y así están también los que ya no se aguantan las ansias de saber por qué, luego de dos días en la Seido como haiga Seido, no se ha develado el paradero de los 43 normalistas.

Todo en una suerte de nostalgia por el viejo estilo, como si quisieran que regresara Tehuacán y chili piquín en un homenaje a las terapias de Tlaxcoaque.

Ya debía comprenderse que los tiempos de la verdad y la justicia son lo más parecido a la relatividad del tiempo legislativo. Aquí no hay prisa por los usos y costumbres y esa cosa tan veleidosa y tan sin en cambio que se ha dado en llamar el debido proceso, las autoridades están obligadas a mantener una narrativa muy ralentizada de intrincado y laberíntico culebrón de policías chinos.

Y lo peor es que se le eche la culpa de todo esto al PRD chuchista. No es justo que ese pluscuanperfecto llamado Chucho Ortega haya tenido que salir, con lágrimas Remmy en los ojos, a darnos lecciones de moral con una frase de naturaleza poéticamente lopezportillista: “Somos responsables de postular a Abarca, no de sus actos”. (O sea, ni modo de ponerse a vigilar que además de reclutar candidatos, todavía tengan que vigilar que no se vayan al lado oscuro, por favor).

Eso nos llena de regocijo y de tranquilidad, pero más aún las palabras del nuevo góber de cuyo nombre no puedo acordarme: “En Guerrero ya pasó lo peor”.  Algo tan conmovedor como la preocupación sin duda sincera de Ernesto Zedillo por el deterioro del estado de derecho en México, aunque no haya externado ningún lamento porque en la lista de los Hombres más poderosos deForbes el licenciado Peña Nieto haya descendido 23 lugares, no se vale.

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