El duelo de los deudos de los ejecutados

Psicólogo recomienda en el tratamiento a las familias disminuir el resentimiento hacia la sociedad y autoridades.

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Por cada ejecución se consideran cuatro víctimas indirectas. (Jesús Tijerina/SIPSE)
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Teresa Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- La presencia del crimen organizado ha dejado en lo que va del año a más de un centenar de víctimas como consecuencia de las 34 ejecuciones hasta abril en Benito Juárez, ya que por cada ejecución se consideran cuatro víctimas indirectas. Personas que se enfrentan al proceso de duelo más difícil, el de la pérdida de un familiar ejecutado.

Teresita Tinajero Fontán, presidenta del Instituto Mexicano de Tanatología, expresa que el duelo es una readaptación a la vida sin la persona amada.

La muerte es asimilada de forma distinta cuando una persona fallece por una enfermedad a cuando muere de forma violenta, esto debido a que en la primera se tuvo el tiempo para poder pedir perdón y los familiares estuvieron en el proceso de la enfermedad, pudiendo prepararse para la pérdida. 

Sin embargo, cuando el homicidio fue una ejecución, la persona no tuvo esa oportunidad de despedirse y cerrar ciclos con sus familiares y viceversa. La familia toma entonces el rol de víctima de los hechos, pues en su mayoría no tiene responsabilidad de los actos de su familiar. 

Para Jesús Moreno Rogel, director de Psicología en la Procuraduría Social de Atención a Víctimas de Delitos (Províctima), durante el tratamiento de la familia se deberá disminuir el resentimiento hacia la sociedad y autoridades que en una siguiente etapa pudiera resurgir. 

Los deudos necesitan quedarse con una parte positiva de algo que les dé cierta tranquilidad y paz, permitiéndoles sobrevivir ante la pérdida, por ello la parte terapéutica apunta al valor de la persona que se ha ido, independientemente “quién fue o cómo fue”. 

El psicólogo señala que para la familia cuando un hijo es confundido y privado de la vida y además sufre mutilaciones o maltrato, será más doloroso aceptar la pérdida. Lo mismo ocurrirá, en menor escala, para aquellos que tenían conocimiento que su familiar estaba relacionado a una organización criminal, porque de cierta forma estaban preparados a que en cualquier momento terminaría sus días así.

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