'Abandonar a los padres es pecado mortal, ¿entendido?'

El Santo Padre condenó lo que llamó 'la cultura del beneficio' que hace ver a los ancianos 'como un peso y un lastre'.

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Francisco aseguró que respecto a la ancianidad, los niños tienen más conciencia que la gente adulta. (AP)
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Agencias
CIUDAD DEL VATICANO.- Una "civilización" es tal "si hay atención por el anciano, si hay lugar para él: esta sociedad podrá avanzar porque sabe respetar la sabiduría, la sapiencia", dijo este miércoles el papa Francisco en la audiencia de los miércoles en la plaza San Pedro.

"Pero si no hay lugar para los ancianos, si son descartados, porque crean problemas, esta sociedad lleva consigo el virus de la muerte", advirtió el pontífice, incluyendo párrafos no preparados en su texto con particular vehemencia, de acuerdo con Ansa Latina.

"En Occidente -agregó- los estudiosos presentan el siglo actual como el siglo del envejecimiento, los hijos disminuyen y los viejos aumentan. Este desequilibrio nos interpela, incluso es un gran desafío para la sociedad contemporánea, y sin embargo la cultura del beneficio insiste en hacer aparecer a los ancianos como un peso y un lastre".

"No sólo no producen -explicó Francisco- sino que son un peso, y es feo ver a los ancianos descartados, es algo feo y un pecado. No se osa decirlo abiertamente, pero se lo hace, hay algo vil en este acostumbramiento, estamos acostumbrados a descartar a la gente, porque queremos abolir el miedo a la fragilidad. Pero haciendo así aumentamos en los ancianos la angustia de ser abandonados".

"Recuerdo cuando visitaba en Buenos Aires las casas de reposo y muchas veces escuché esto. '¿Usted tiene hijos? Y sus hijos están bien, ¿cuántos tiene?'. 'Muchos'. '¿Y vienen a visitarla?'. 'Sí, siempre'. 'Y cuándo fue la última vez?'. Recuerdo a una señora, especialmente: 'Bueno, para Navidad'. Estábamos en agosto, ocho meses sin ser visitada por los hijos, ocho meses abandonada, esto se llama pecado mortal, ¿entendido?", concluyó el Papa subiendo la voz.

"Una vez de niño -contó también- la abuela nos contaba la historia de un abuelo anciano que al comer se ensuciaba porque no podía llevar bien la cuchara a la boca con la sopa. El hijo, es decir el padre de la familia, había decidido trasladarlo de la mesa común e hizo una mesita en la cocina, así no daba mala imagen cuando venían los amigos a comer".

"Pocos días después halló a su hijo pequeño que jugaba con madera, martillo y clavos. '¿Qué haces?'. 'Hago una mesa, papá, para tenerla cuando te hagas viejo, así puedes comer allí'. Los niños -comentó el pontífice- tienen más conciencia que nosotros".

Sociedad virulenta

En otro pasaje de la catequesis, Francisco recordó cuando Benedicto XVI fue de visita a una casa para ancianos, y tuvo "palabras claras y proféticas: 'La calidad de la civilización de una sociedad se juzga por cómo son tratados los ancianos y el lugar que les está reservado en la vida común'".

"Si en una civilización -observó Francisco- hay atención y lugar para el anciano, esa civilización avanzará, porque sabe respetar la sabiduría", pero si los ancianos son descartados "esta sociedad lleva consigo el virus de la muerte".

"Gracias a los progresos de la medicina -subrayó- la vida se alargó, pero la sociedad no se extendió a la vida, el número de ancianos se multiplicó pero nuestras sociedades no se organizaron lo suficiente para hacerles lugar con justo respeto y consideración concreta por su fragilidad y dignidad".

"Mientras somos jóvenes somos inducidos a ignorar la vejez, como si fuera una enfermedad, una enfermedad que mantener alejada: cuando somos ancianos, especialmente si somos pobres, solos, enfermos, experimentamos la luz de una sociedad programada sobre la eficiencia", concluyó.

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